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América Latina: desastres naturales demandan más prevención que reacción

Los gobiernos deben enfocarse en mejorar los sistemas existentes para que puedan soportar la presión adicional que ejercerá el cambio climático.E

Por: Economist Intelligence Unit | Publicado: Viernes 21 de julio de 2017 a las 04:00 hrs.
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El estado relativamente débil de la infraestructura en América Latina aumenta el impacto de los desastres naturales en la región, tanto en términos económicos como sociales. Todos los años inundaciones, huracanes, terremotos y sequías cuestan a los países miles de millones de dólares en daños y la pérdida de miles de vidas.

A medida que el cambio climático avanza –aumentando tanto la severidad como frecuencia de desastres naturales- será un imperativo que los países hagan una planificación más eficiente para la mitigación y recuperación e inviertan en mejoras de infraestructura que puedan soportar mejor los eventos climáticos adversos. Encontrar maneras de responder a estos desafíos será el mayor reto regional en los próximos años.

En los últimos dos años los efectos de los fenómenos climáticos de El Niño y La Niña han causado sequías extremas en el Caribe y el Cono Sur, además de lluvias torrenciales e inundaciones en países como Perú, Chile, Paraguay, Argentina y Bolivia. Además de miles de muertes que podrían haber sido evitadas, el Banco Mundial estima que los desastres naturales le cuestan US$ 2.000 millones anuales a la región.

Desafíos de planificación

Según un informe reciente de Banco Mundial, “Repensando la Infraestructura en América Latina y el Caribe: gastar mejor para lograr más”, a medida que el cambio climático avance, es probable que los efectos de los desastres sean más frecuentes y severos.

Para soportarlos mejor, la región deberá planificar los proyectos para responder y mitigar los efectos de condiciones cambiantes, además de demandas adicionales que los desastres pondrán sobre los sistemas existentes.

Un mayor número de olas de calor pondrá más presión extrema sobre las redes eléctricas, mientras que las sequías agotarán la capacidad de los proyectos hidroeléctricos, lo que requerirá fuentes alternativas de energía. Las sequías ejercerán presión sobre los suministros de agua existentes y demandarán inversiones en proyectos más grandes de almacenamiento hídrico. Las lluvias extremas demandarán la construcción de represas protectoras y proyectos de tratamiento de agua más resistentes.

Según el reporte del Banco Mundial, a pesar de los daños multimillonarios a la infraestructura causados por los desastres, los gobiernos latinoamericanos se han concentrado más en la reconstrucción que en adoptar planes de largo plazo para soportar mejor estas catástrofes. Un enfoque deseable, dice el informe, sería invertir en planificación de resiliencia.

El cambio en la planificación puede incluir mover los proyectos de transporte claves hacia zonas menos vulnerables, soterrar los cables de transmisión eléctrica y aumentar la capacidad de los sistemas de transmisión. También incluye aumentar la eficiencia energética y de agua para limitar los residuos y desacelerar los efectos del cambio climático.

En su planificación de largo plazo, los gobiernos también deben tomar en cuenta las cambiantes necesidades socioeconómicas, dado que a medida que los países suben en la escala de ingresos, la demanda por ciertos servicios aumentará en línea con la urbanización, incluyendo una mayor demanda en redes eléctricas, mayor uso de autopistas y más presión sobre los servicios sanitarios.

Eso incluye la construcción de viviendas de bajo costo (para reducir la construcción no planificada en zonas vulnerables) y transporte público más eficiente y de mejor costo.

Para reducir las presiones del cambio climático, los gobiernos también deben limitar su huella de carbono mientras expanden el acceso a la electricidad, agua y otros servicios. Por ejemplo, 22 millones de personas de la región no tienen acceso a la electricidad, 34 millones no tienen acceso al agua potable y 106 millones no tienen acceso a servicios sanitarios.

Gastar mejor, no más

Las iniciativas descritas necesitan una inversión significativa, pero asignarle un costo exacto es difícil, ya que es complicado medida el ritmo y el efecto del cambio climático. Un estudio del Banco Mundial, “Economía de Adaptación al Cambio Climático”, estimó que preparar bien a la región para el cambio climático costaría cerca de US$ 4.000 millones anuales más de lo que gasta la región actualmente.

En este momento América Latina gasta menos en infraestructura de lo que necesita para satisfacer incluso las necesidades básicas, invirtiendo 2,8% del PIB anualmente, en comparación con un promedio de 5% en el mundo en desarrollo.

Sin embargo, el Banco Mundial enfatiza que la planificación de resiliencia no tiene que costar más, ya que la región puede priorizar los proyectos que tienen mayor impacto, como mejorar el acceso a la energía, electricidad y servicios sanitarios. Pese a que un proyecto puede representar un gasto inicial significativo, la inversión puede representar ahorros en el lago plazo, ya que la infraestructura estará mejor preparada para soportar los efectos de los desastres.

Donde el cambio significa un costo adicional, los países tienen que mirar hacia las formas alternativas de financiamiento, sobre todo dado el limitado espacio fiscal. El Banco Mundial aconseja el uso de sociedades público privadas. Sin embargo, esto requiere marcos adecuados, compartir el riesgo y seguridad financiera y judicial.

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